miércoles, 24 de enero de 2018

Qué son y qué no son un PMA y una UMC...


— Consideraciones Generales —


Aunque pueda parecer innecesario, no está de más pararse a pensar sobre lo que son y no son las unidades móviles de mando. Todo el mundo parece tener muy claro su cometido y configuración; pero la práctica demuestra que las interpretaciones cuestionables y las confusiones son relativamente frecuentes.

Personal, vehículos, herramientas convencionales y sistemas de apoyo avanzado, son los integrantes de cualquier despliegue... No me dejo nada, ¿verdad?

Las ideas están muy claras en lo relativo al personal y cuáles son sus cometidos en función del puesto que ocupen (aunque también convendría matizar ciertos detalles en otra ocasión). Tampoco parece haber demasiada polémica en lo que respecta al empleo de las herramientas convencionales, los sistemas básicos. Otra cosa son los sistemas de apoyo avanzado, sobre cuya naturaleza y cometido el desconocimiento es casi absoluto, para qué vamos a andarnos con rodeos. En estas líneas mencionaré esos sistemas pero sin entrar en detalles, porque hablaremos de ellos largo y tendido en esta sede de TECNÓPOLIS y, más concretamente, en las entradas de la DAPA y DRóNICAS.

Volvamos a los vehículos de mando y a los papeles que desempeñan en el despliegue operativo, porque parece que su definición se complica cuando vamos más allá de las unidades de intervención más comunes, es decir: bombas urbanas y rurales, eyectoras de agentes extintores; vehículos para trabajo en altura, transportes de personal y/o carga, móviles sanitarios, etc.

Vamos a centrarnos en uno de los ejemplos más patentes de esa falta de definición o concreción, relacionada con las unidades de mando y control operativo. Es decir, las abreviadas como UMC o PMA.

Ajustándonos estrictamente a sus siglas, una UMC es una Unidad de Mando y Control; y un PMA es un Puesto de Mando Avanzado.

Pero, ¿qué significan exactamente esas siglas, qué son y qué no son? ¿Cuáles deberían ser sus definiciones operativas, estructuras y equipamientos?

En primer lugar, y permítanme entrar de nuevo en lo aparentemente obvio, conviene recordar que la verdadera central de mando nunca es móvil. La verdadera central de mando (recuerde que me estoy refiriendo a ella si en algún momento la llamo CM) es, sin lugar a dudas, la central física, inmóvil y con dirección postal, desde la que realmente se coordina la emergencia. Es decir: su centro de coordinación de emergencias. Allí, los técnicos de coordinación reciben, verifican, evalúan la emergencia y movilizan en primera instancia los medios necesarios para hacerle frente, ateniéndose -o así debería ser- a concienzudos protocolos. Es desde esta CM -¿ve?, ya he echado mano de las siglas-, desde la que se encauza la emergencia, gracias a esas directrices y a la experiencia profesional de los técnicos de coordinación que la reciben, analizan y afrontan.

La información recibida de las primeras dotaciones en llegar al lugar de la emergencia, la valoración in situ del personal experto, determina hasta qué punto la situación puede gestionarse desde la central de mando, requiere un puesto de mando avanzado (PMA) o un despliegue más complejo, que implicaría la movilización de una UMC.

Quedémonos en la primera instancia: la del PMA.

P M A


Aquí arriba tiene usted una aproximación figurativa.

¿Qué es un PMA? ¿Qué necesita un PMA para serlo? ¿Quién es el responsable en un PMA?

Un PMA es un puesto de mando avanzado, es decir: una unidad móvil, en el sentido estricto de la palabra, que puede, literalmente, tener el siniestro a un tiro de piedra; y que cuenta con las herramientas básicas para que su dotación pueda evaluar la situación, proporcionar apoyo directo y coordinar la acción de los medios movilizados, casi sin echar mano de la emisora, mediante líneas visuales.

Es decir, el PMA es un vehículo de mando ligero y maniobrable, que puede y debe estar en el entorno mismo de la emergencia, interviniendo a su modo junto con los demás vehículos movilizados. Dadas sus dimensiones y características mecánicas, puede tomar rutas impracticables para vehículos pesados y/o no adaptados. No obstante y como es lógico, se espera del PMA una cierta perspectiva que permita a su personal hacerse una buena composición del teatro operativo, razón por la que el PMA no es -no debe ser- un vehículo más del despliegue.

Se trata de un todo-terreno -no es necesario mentar marcas ni modelos, porque usted sabe muy bien de qué vehículos estoy hablando- con dos ocupantes. Un conductor y un auxiliar que se reparten las funciones directivas de apoyo básico y avanzado si se tercia; un piloto y un copiloto que evalúan circunstancias, distribuyen medios y les dan soporte durante y después del despliegue. El PMA puede ocuparse de la recepción y distribución de medios o, si las complejidades de acceso lo aconsejan, puede encargarse de ello otro vehículo auxiliar movilizado a tal efecto.

El PMA debe ser, en resumidas cuentas, un observador privilegiado, un eficiente enlace de comunicaciones y una versátil plataforma para herramientas convencionales y/o sistemas de apoyo avanzado.

¿Cómo está configurado?

El habitáculo tiene dos plazas delanteras -la zona 1 del esquema de aquí abajo- para conductor y acompañante, y una zona interior trasera (2) en la que acomodar el equipo personal necesario para sus dos ocupantes habituales, herramientas convencionales y sistemas de apoyo avanzado, como mínimo, un dron medio. 



Quiero en este punto dejar claro que todos los responsables de guardia, que en las dotaciones habituales suele ser un sargento, deberían desplazarse en un vehículo configurado como PMA. Además el PMA es el vehículo en torno al cual deberían articularse los grupos ordinarios de rescate, entendiendo como «grupos ordinarios» -que nadie se mosquee- a los que, en las guardias ordinarias, las del día a día, se encargan de los rescates no relacionados con catástrofes: escaladores en apuros, excursionistas extraviados, víctimas en zonas de difícil acceso, animales en apuros...

Los equipos de rescate en el caso de catástrofes requieren, evidentemente, una UMC. Luego hablaremos de ello.

El PMA es la unidad básica de mando, equipada con herramientas convencionales y sistemas de apoyo avanzado -insisto en ello-, que capacita a las zonas operativas para llevar a cabo un sinfín de intervenciones especiales, que implican a personal también especialmente preparado.

Sigamos con la descripción del móvil. Observe nuevamente el esquema.

El habitáculo posterior de un PMA (zona 2) debería permitir el traslado ocasional de al menos cuatro personas -dotación típica de una primera salida- con absoluta seguridad y cierta comodidad.

En la parte delantera, piloto y copiloto -tareas en las que pueden y deben ir alternándose- tienen la instalación telemática y de comunicaciones, que debe ser extraible en la medida de sus posibilidades. Todos los instrumentos deben ser táctiles, relegando los teclados a funciones extremas de introducción de datos, y con «extremas» quiero decir que cuantos menos teclados mejor.

Supongo que es evidente el hecho de que los terminales táctiles son actualmente lo más común del mundo, y lo digo porque, pese a tal evidencia incluso en el día a día doméstico, teclados más que obsoletos suelen ser la norma en los terminales para la gestión de emergencias. No debería ser así cuando se requiere accesos rápidos e intuitivos, ¿verdad?

Los sistemas telemáticos y de comunicaciones -valga nuevamente el detalle probablemente innecesario-, son responsabilidad exclusiva de quien ocupe el puesto del copiloto. El conductor de turno bastante tiene con estar pendiente de la carretera.

Un buen PMA debe tener cómodos accesos al habitáculo posterior, mediante puertas o portones y, si es posible, acceso corredizo al menos en uno de sus lados. Esos accesos, una vez abiertos, pueden quedar bajo una cubierta desplegable sujeta al propio vehículo, que proporcione un espacio de trabajo exterior con mobiliario de campaña. En emergencias de mayor calado el vehículo puede desempeñar el papel de la UMC, si las circunstancias lo requieren, hasta la llegada de la UMC.

En la parte superior del PMA procede instalar un arcón en el que transportar las herramientas y accesorios que sea menester. Además de las antenas que se requieran en función de los enlaces de comunicaciones que se hayan instalado, el PMA debería estar equipado con un mástil desplegable multifuncional e iluminación de posición y trabajo.

Eso es un PMA. No se mareen ustedes. Si es menos ligero y menos maniobrable, llámelo usted como quiera, pero no es un puesto de mando avanzado.

Ahora le meteremos mano al concepto y conformación de una UMC.

Unidad de Mando y Control, como la que idealizo unas líneas más abajo. Ya sabe, ni este esbozo lineal ni el del PMA pretenden otra cosa que dar una idea volumétrica de los vehículos.

Por ahí arriba le he comentado que el verdadero centro de mando (CM) no es móvil, sino la central desde la que se coordinan todas las emergencias, anclada en tierra, en tal calle y con tal número de portal. Pero las emergencias pueden requerir un punto casi tan cualificado como el CM, pero más próximo al lugar donde se desarrollan los acontecimientos.

U M C


Las razones que justifican esta necesidad pueden ser de diversa índole, pero con la más común podemos apañarnos más que sobradamente para fundamentar el desembolso: emergencias de tal magnitud y complejidad, que podrían saturar el CM dificultando la gestión de otros servicios relevantes. Sin contar con la posible necesidad de que los técnicos de coordinación estén más cerca de la emergencia, con el fin evaluar con mayor rapidez y precisión.

Incendios forestales e industriales de grandes proporciones, desastres -naturales o no-... En estos casos es necesario un centro de mando razonablemente próximo al lugar del servicio. Razonablemente.

La UMC es un verdadero centro de mando en versión móvil. Tiene básicamente todo el equipamiento del CM, por lo que puede asumir la gestión de la emergencia casi en su totalidad.

Es un lugar especialmente adaptado para que los técnicos de coordinación se desplacen a las proximidades del lugar de la emergencia, con todas las herramientas necesarias y toda la comodidad posible.

No es una zona «vip», ni un club social, ni un lugar de esparcimiento para ociosos y/o curiosos, tampoco es un palmito que lucir ante nadie...

La UMC es el lugar de trabajo de los técnicos de coordinación. El espacio debe estar distribuido, en primera y última instancia, en función de las necesidades de los técnicos de coordinación, con puestos de trabajo amplios, bien ventilados y climáticamente acondicionados, con los equipos telemáticos, de comunicaciones y presentación bien dispuestos, amplio y cómodo espacio de trabajo, fácil y privilegiada salida al exterior, abundante iluminación natural siempre que sea posible y artificial adaptada cuando sea menester.

Si una UMC no se ajusta a este esquema, sean cuales sean las necesidades que la fundamenten, nada tienen que ver con la gestión de emergencias.

La UMC debe ser pues un vehículo análogo al PMA, pero de mayor porte. Debería ser suficiente un furgón largo de techo alto, dado que un camión siempre implica mayores limitaciones de movimiento y puesta en servicio; pero, de cualquier modo, las faenas de conducción y acomodo del vehículo en el lugar de estacionamiento durante el servicio, deben ser asunto de personal experto no sólo en su manejo automovilístico, sino en la preparación de la infraestructura básica que permita el adecuado funcionamiento de los equipos interiores.

Una UMC no se desplaza hasta la zona de intervención porque, además de ser absolutamente innecesario -recuerde que eso es trabajo de los PMA-, su volumen, peso y consecuente limitación de maniobra así como su necesario acomodo funcional, le impedirían moverse con la celeridad que exigiría, por ejemplo, un perentorio cambio de ubicación. Pregúntese cómo sería sacar un enorme furgón o un camión de un paraje cercado por el fuego -en un forestal, por ejemplo-, teniendo que desconectar nexos eléctricos y telemáticos, y replegar mástiles y accesorios externos; para luego salir dando tumbos por un camino de cabras.

Una UMC necesita carreteras en condiciones y se estaciona e instala en lugares seguros y de fácil acceso de las poblaciones lindantes con las zonas de intervención, donde pueda tener acceso a tomas eléctricas y conexiones de refuerzo para sus sistemas telemáticos, con el fin de dirigir y controlar el despliegue y las operaciones, además de significarse, en la medida de lo posible, como principal punto de recepción de medios.

Los técnicos de coordinación son -deberían ser- directores y gestores del despliegue, nunca conductores. Su función es conocer con absoluto detalle las herramientas ordinarias y los sistemas avanzados de que dispone la UMC, e incluso hacer diagnósticos someros de posibles deficiencias de tales sistemas; pero tampoco suplen -ni deben suplir- a los diferentes y pertinentes equipos de mantenimiento.

¿Cómo está conformada internamente una UMC?

En cuatro partes: una es el habitáculo de cabina, las otras tres están en el habitáculo principal.

El habitáculo de cabina debe tener espacio para tres personas: el conductor y dos técnicos de coordinación que, en principio, son la dotación básica para «mandar y controlar» la emergencia, con el apoyo del personal auxiliar de turno y de los responsables de los PMA que requieran los protocolos de movilización específicos.

Este habitáculo de cabina -el de conducción- debe estar dotado de todas las herramientas telemáticas y enlaces de comunicaciones que sea menester y -como en el caso de los PMA-, el conductor no tiene otro cometido que conducir, dejando todo lo demás en manos de los técnicos de coordinación.

Echémosle ahora un vistazo al habitáculo principal desde el punto de vista operativo, el que describe formalmente la función de esta unidad móvil: el de mando y control. 


Aquí arriba tiene un posible esquema.

Lo primero que le invito a recordar es que la función de una UMC (Unidad de Mando y Control) es organizar y dirigir los medios movilizados para afrontar la emergencia reuniendo y canalizando, al tiempo, información de primera mano sobre el despliegue y la evolución del servicio. En otras palabras, es un habitáculo que debe contener las herramientas necesarias para que los técnicos de coordinación dirijan y controlen los medios movilizados, y debe también proveerles de las comodidades necesarias para llevar a cabo su trabajo lo mejor posible.

Esto quiere decir, que los técnicos de coordinación necesitan disponer de una zona en ese habitáculo, con dos espacios bien definidos: uno de trabajo (2) y otro para descansar, tomar un refresco o un tentempié (3).

Esa sería la distribución ideal, la más lógica, la única que se ajusta a las necesidades de la emergencia. Los técnicos de coordinación trabajan en un lado, teniendo a mano todas las herramientas necesarias, y se trasladan a otro contiguo para descansar.

En la zona de trabajo están las herramientas convencionales y el control de los sistemas avanzados. Los ordenadores y sus unidades de proceso, las emisoras y sus estaciones de control, los sistemas de apoyo avanzado, tales como drones, rastreadores terrestres y subacuáticos, etc.

En la zona de descanso debería haber un par de sillones cómodos, una mesa, un pequeño refrigerador, un microondas y al menos una pantalla de buenas dimensiones en la que los técnicos de coordinación puedan ver, durante el descanso, algo diferente a lo que muestran los terminales de trabajo.

Nos queda, si las cuentas no me fallan, otro sector en el habitáculo principal. Se trata del sector destinado a lo que podríamos denominar sala de coordinación (4).

Esta sala es el espacio donde los técnicos de coordinación y el resto del personal implicado en las labores de mando y control, se reúnen para planificar las operaciones y evaluar sus circunstancias. Contiene una mesa alrededor de la cual puedan sentarse media docena de personas con media docena de terminales táctiles, tomas de corriente y datos telemáticos, terminales de comunicaciones, una pantalla de gran tamaño a la que derivar presentaciones desde esos terminales y una pizarra digital participativa de formato A2, como mínimo.

Al igual que un PMA, la UMC debe tener conexiones exteriores de todo tipo, generador portátil, mástiles para comunicaciones e iluminación perimetral y al menos una cubierta lateral desplegable, para habilitar un cobijo útil junto al vehículo con mobiliario de campaña.

Esa es la descripción con cierto detalle de una UMC.

Un furgón de grandes dimensiones o un camión de razonables proporciones, que se desplaza a una zona accesible, segura y próxima a la emergencia, para asumirla y gestionarla, liberando al CM de cargas excepcionales que podrían dificultar la gestión de otros servicios.

La UMC es, ante todo, el lugar de trabajo de los técnicos de coordinación, y el lugar del que emanan las directrices operativas encaminadas a solventar la emergencia. Debe acondicionarse interiormente pensando, ante todo y por encima de todo, en los técnicos de coordinación. Cualquier actividad ajena a las de mando y control es secundaria, y dado el necesario acomodo urbano del vehículo, puede tener lugar en otros sitios cercanos: ayuntamientos, casas de cultura, centros docentes...

Los vehículos de mando son -o deben ser- lo que le he descrito. Si no se ajustan a esas características pregúntese el porqué, soluciónelo o proponga soluciones. Lo que no son resulta evidente a la vista de lo que deberían ser. No es un trabalenguas, son deducciones a las que nos abocan el sentido común y la profesionalidad.

De este modo, teniendo claro lo que son y no son los PMA y las UMC, estos importantes, complejos y carísimos vehículos podrán desplegar todas sus capacidades operativas, satisfaciendo única y exclusivamente el interés público.

Estas han sido unas consideraciones generales sobre el asunto, recuerde que le advertí nada más empezar.

En futuras entradas le hablaré, con todo el detalle que sea menester, del equipamiento interno de los vehículos de mando porque también es una asignatura pendiente. Y lo es, fundamentalmente, porque quienes mayor conocimiento tienen de las necesidades de los técnicos de coordinación -los propios técnicos de coordinación- raramente deciden cómo se acondiciona su lugar de trabajo.

Un hecho tan innegable como lamentable.

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Nota: Todas las imágenes son de mi propiedad.
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